Tuesday, September 28, 2010



28.9.2010

Este post cierra un ciclo, cierra un blog, y abre, universos paralelos…
El primero fue acerca de mi perro, ¿por qué no el último?
Siempre detesté a los sentimentaleros de los perros.
Incluso llorar por un perro me pareció hasta hoy como llorar por un mejor amigo. El idealismo me impedía ver que se pudiera sentir tristeza ante la muerte de un ser tan cercano, de alguna forma me figuraba que ni siquiera la muerte podría romper tales lazos y que la distancia no podría existir bajo tales circunstancias.
Sin embargo hoy maté a mi perro para evitar que sufra más ante su inminente vejez, deterioro y etc, y me sensibilizó como si se hubiese muerto otra vez mi abuela.
Dalí nunca fue integrado a la familia, pero me acompañó durante los últimos 16 años de mi vida. El cariño por mi perro es como el cariño por la propia infancia, está teñido de nostalgia, de anhelo, de felicidad, y de gratitud.
El cesar de su sufrimiento originó cierto silencio, en ese momento sentí que una nueva vida para mí estaba a punto de comenzar. Mi sentido común indica que cada vez que algo grande muere, debe necesariamente, nacer algo grande también.
Mi perro, repito, mi perro ya no está. ¿Habrá otros perros?
Me pregunto cuál será la gran conexión que existe entre los humanos y los perros. Mi abuela logró sensibilizarme ante todos los viejos, un niño que cuidé por las tardes durante unos meses, me sensibilizó ante todos los niños, mi primer novio ante todos los hombres, mi primer perro ante todos los mamíferos. Con el verbo sensibilizar me refiero a la empatía.
Cuando mi perro dejó de respirar sentí su alivio, su paz, y me sentí un Elliott cualquiera, cuando su amigo E.T moría.
Olvidaré tal vez la versión más anciana de mi perro. Hará cuestión de tres años me mordió fulero. La noche siguiente conocí a quien sería mi novio durante el siguiente año. La cicatriz de la mordida sigue, no creo que se me borre en lo que me quede de vida. Y la huella del novio ese también sigue. Me sigue agradablemente, cual sombra de primavera. Las huellas y las cicatrices se dan la mano.
Mi perro y yo teníamos telepatía en mis sueños, era generalmente una suerte de hermano.
Ayer a la madrugada presentía que no habría otra noche a su lado. Me puse a repasar todos los momentos que habíamos compartido, cómo intenté incluirlo en la vida doméstica cuando nos mudamos al barrio de Caballito. Cómo se empecinó en mear y cagar todo, y vuelta a la terraza, vuelta a cerrarle la puerta en el hocico. La otra noche dejé que entrara, que se acomodara, pero su infatigable andar errático no se lo permitía.
Sin dudas un perro que no conocía la apacibilidad de otros.
El instante en que dejó de respirar, luego de 16 años, me pareció lo más natural que podía suceder, y rápidamente me di cuenta de que mi perro Dalí ya no estaba ahí, estaba lejos, en otra dimensión, otro reciclaje vital para el universo.
También supe que verlo dentro de una bolsa de consorcio era lo más natural, y que la elegancia de meter a los humanos en cajas de madera era cubrir con rigidez la inminente desintegración total del cartucho usado.
La muerte del perro pega duro, justo en las áreas que prefería olvidar, y justo a tiempo. No tengo que olvidar esto, que en el momento en que morimos, no somos más. El cuerpo es igual que un palo o un vaso vacío. El cuerpo es realmente un instrumento, grandioso porque está lleno de vida. Su mecanismo está nutrido de vida. La vida es intangible, es un soplido, un gas, un milagro estable. Cuando el cuerpo muere un vendaval arrasa con cada recuerdo material, inútil aferrarse. A cualquier objeto. Dejar ir es abrir.
Soplo de vida. De algún lugar vienen las frases hechas.
La vida es un soplido. Elegantemente inestable, nos comemos el verso de que no, pero sí. El frenesí de lo cotidiano fue construido para olvidar que es tan solo un soplido. Las muertes de ciudadanos asesinados dan miedo, dan paranoia. Pero la muerte es mucho más grande que el miedo, grande como la vida. La muerte es la paz, así es que nada hay que temer, ni ansiar, pues todo llega cuando debe. Por qué la muerte estará sembrada de lugares comunes, igual que el nacimiento, que el amor, y el dolor?
Que mi perro se haya ido hoy, después de 16 años, me deja en claro que más allá de extrañarlo en la vida cotidiana, debe cobrar importancia relevante mi relación con la gente, con mis seres queridos, con mis emociones, con mis amistades, y todo lo que la figura del perro significa.
Amigo, hermano, compañero.
Dalí, gracias por ser simplemente un perro, hoy en total paz, por primera vez desde tu nacimiento: 16-03-1994.
Y gracias por el ladrido cósmico despertador.




Thursday, November 19, 2009


Standing cold and scared on top of the hill

Then came the moment when I lost my will


I prayed for mercy, please don't take me away


Voices in the distance, beautiful


Somebody's calling beyond control


Have you ever felt desperation?


This whole world is filled with loss


We will regret it when we sleep


Promises never meant to keep


When all of the shadows lead


As a good man's hiding a dream




Do they know that the world's on fire?





Time has a price we can't afford


An empty glass and an open door


You get what you paid for in sweat


And a voice says please don't forget





Do they know that the world's on fire?


Do they know that the time is now?


Do they know that you gotta stand up, stand up


Let your voice speak out


Do they know that it's time?




Caught in a maze you can't escape

The flickering lights, and the colored lens

The walls that we build just close in

Until we decide to begin


Are we distracted by the sun?

The gleaming jewels, and the beating drums?


Is it going the distance we fear?




Have you heard that we're already here?



Do they know that the world's on fire?


Do they know that the time is now?


Do they know that you gotta stand up, stand up




Let your voice speak out




Do they know that the world's on fire?


Do they know that the time is here?


Do they know that you gotta stand up, stand up




Let your voice be clear




Do they know that it's time?


Some will say we've gone too far


We're on the edge and in too deep


Some will say we're too far gone




You can't erase the tragedy

























Friday, November 13, 2009

Turn off your mind, relax and float down stream
It is not dying, it is not dying
Lay down all thoughts
surrender to the void
It is shining, it is shining
Yet you may see the meaning of within
It is being, it is being
Love is all and love is everyone
It is knowing, it is knowing
And ignorance and hate mourn the dead
It is believing, it is believing
But listen to the colour of your dreams
It is not leaving, it is not leaving
So play the game "Existence"
to the end
Of the beginning, of the beginning.

Tuesday, November 10, 2009

Video realizado en función de la de leyenda argentina acerca de la higuera



<

Tuesday, September 15, 2009

IBUEVANOL (o pensar en la naturaleza de los ovarios)


LOS ARQUETIPOS FEMENINOS

- La amante
- La guerrera
- La madre
- La doncella
- La sacerdotisa



A lo largo de esta serie nos hemos familiarizado con una visión de la feminidad en que aparecían sus vínculos profundos con el ciclo menstrual, y hemos visto que la belleza es la expresión de una relación armoniosa con esa particularidad específica de la biología femenina, factor de cambio físico, emocional y espiritual. También hemos pasado revista al largo camino recorrido por las mujeres para acceder a una conciencia de sí mismas que durante siglos sofocaron las estructuras, sociales y psicológicas, de las sociedades patriarcales. Hoy nos internaremos en la psicología profunda de la mujer, para lo cual revisaremos las mitologías y arquetipos que la expresan. Hay experiencias comunes a todas las mujeres que, sin embargo, tienen un fuerte impacto en la formación de su individualidad única e intransferible. Estas experiencias son el ciclo menstrual, el embarazo, el parto y la menopausia. Recordemos que si el conocimiento empírico es masculino, la sensibilidad femenina llega a la sabiduría sin quedarse pegada en la razón ni en una concepción cartesiana del universo.

Los arquetipos de lo femenino

Al margen de las experiencias personales que impregnan nuestro inconciente, hay un fondo común de reacciones y representaciones innatas del mundo, que la tradición cultural llama inconsciente colectivo. Este dispositivo de la conciencia regula un fondo común de modelos de conducta igualmente repartidos entre todos los individuos. A sus contenidos los llamamos arquetipos y la mitología es el terreno en que nuestra consciencia puede acceder a la red de significados que ellos establecen con nuestra experiencia. Por eso, para captar la interioridad psicológica de la mujer desde una perspectiva en que la lógica cede la palabra a la sabiduría, hay que internarse en el mundo de la mitología. Los acontecimientos biológicos determinantes para la gran mayoría de las mujeres son, por un lado, vividos como experiencias únicas a nivel individual y, por el otro, se integran en una gran red de valores y significados en el inconsciente colectivo de la especie. En las sociedades antiguas los arquetipos eran instrumentos pedagógicos, con los que se enseñaba a hombre y mujeres a descifrar el sentido de sus experiencias y a aceptar y respetar sus obligaciones con la comunidad y a dialogar con la divinidad. A partir de esta comprensión íntima de los arquetipos, las personas construían sus propias identidades individuales. La noción de destino era la forma predominante que moldeaba la conciencia individual en aquella edad mitológica, como mil años después lo sería la de libre albedrío.

Uno de los arquetipos más frecuentes era el de la Gran Diosa, en la que se reconocía la fuerza femenina universal, y que se metamorfoseaba en tres diosas que simbolizaban el ciclo vital femenino. En las antiguas sociedades matriarcales, en la Diosa encarnaban las potencias primordiales de la vida, la muerte y la transformación. Con los griegos y sus rigurosas construcciones filosóficas y religiosas, que significaron una superación de las civilizaciones precedentes, los arquetipos femeninos se vuelven más diferenciados y si hoy todavía nos resultan familiares es porque no han perdido su eficacia para hacernos pensar e interpretar la realidad. La mitología de la Diosa nos habla de las sucesivas experiencias por las que una mujer atraviesa a lo largo de su vida, y las cuatro fases de su evolución, desde la mujer joven, a la mujer fértil, la mujer en su plenitud y la mujer sabia o anciana. En este sentido, estas cuatro fases del ciclo a lo largo del mes se reproducen también a lo largo de la vida y encarnan en los arquetipos mitológicos que examinaremos aquí: Atenea es la juventud, Hera la maternidad, Venus la mujer en su plenitud y Hécate, la mujer sabia y experimentada.

El misterio de la sexualidad femenina, la génesis del parto, la asociación del ciclo femenino con las fases de la luna, su relación profunda con la tierra como vientre, con la muerte de la semilla para que nazcan los frutos, son los motivos esenciales de la mitología de la Diosa Madre.

Para la mujer de hoy, si bien las diosas del panteón helénico ya no son un referente práctico en su vida cotidiana, conservan sin embargo un valioso caudal de sugerencias desde el punto de vista simbólico y mitológico. La Diosa, podría decirse, reside en el corazón de cada mujer. Los cuatro arquetipos que revisaremos a continuación representan facetas que cada mujer debe desarrollar o profundizar para hacer que la energía sagrada de esta correspondencia brille en su alma e irradie en su vida real.


Atenea, la energía de la juventud


El arquetipo de Atenea -representada con un casco y una espada- simboliza el poder creativo de lo femenino y se corresponde con la luna creciente, que alude al crecimiento, a la fuerza de la vida, a la energía juvenil en estado puro. En fase de luna creciente, el mundo vegetal crece y se expande y la vida estalla en todos los sentidos. Atenea es la energía femenina que se manifiesta dentro de la acción, capaz de aplicar su conocimiento de manera práctica y útil. La mujer que está bajo la influencia de Atenea posee el don del pensamiento lógico de naturaleza intuitiva. Es capaz de conservar la mente clara en medio de emociones fuertes y aportar soluciones concretas a los problemas que presenta la vida. Asimismo, reconoce el poder del oponente y lo respeta. La leyenda de esta célebre diosa del panteón griego señala que transmitió a las mujeres las artes y artesanías, como la cerámica, la música, el tejido y el hilado. Atenea es la acción unida a la paz, y tejer e hilar son metáforas acerca del devenir del tiempo. El arquetipo de esta diosa virgen está asociado al de la doncella; su cuerpo es puro pero al mismo tiempo expresa una ola de pasión sexual. Aspira a unirse a un hombre y a la vida a través del amor. Cada mujer, al término de la menstruación entra en la fase de Atenea; se siente llena de energías y capaz de plantearse nuevas metas y proyectos. El Aceite Esencial de Neroli es el más adecuado para acompañar esta fase.

Hera, o la madre

El arquetipo de la madre es quizás el más complejo y rico de la mitología de la Diosa porque incluye las experiencias del embarazo y el parto, en que un nuevo ser experimenta el tránsito dramático desde un mundo atemporal y oscuro al mundo de la luz y la mortalidad. Se conservan imágenes de antiguas sagas mitológicas que representan la eternidad como una huida hacia el vientre. El arquetipo de la madre es también un reflejo importante de la necesidad de la mujer de realizar el instinto de protección y cobijo que anida en su naturaleza en el hijo aún no nacido. El vientre es un elemento central, por su poderosa carga psicológica y espiritual, en la mitología de la iniciación y la transformación, ya que es en el vientre donde se fragua la nueva vida y se destila la esencia de lo femenino. De ahí seguramente que desde tiempos inmemoriales las mujeres hayan hecho de la danza del vientre un ritual sagrado. La madre en sentido figurado aparece en la mitología como un símbolo de redención, y su culto aparece en muchas de las grandes religiones.

El momento de la maternidad es de fuerza y energía pero, a diferencia de lo que ocurre en el momento de la virginidad, es una energía cargada de abnegación, basada en el amor y que genera armonía. Esta fase corresponde a la ovulación, periodo en el que la mujer es fértil. Cuando la mujer entra en la fase de la ovulación se convierte en Hera, esposa de Zeus, diosa del matrimonio, esposa y madre. Su momento es el de la fertilidad, la concepción y la vida. A Hera le corresponde el Aceite Esencial de Rosas.

Venus, el poder de la sensualidad

Venus es la diosa del amor, la sensualidad y la belleza y era considerada la diosa más bella del panteón grecolatino. La belleza de la luna llena es la de Venus en medio del cielo. El arquetipo de Venus rige en las mujeres las experiencias del amor, del encuentro con la belleza, la sexualidad y la sensualidad. Una mujer enamorada y que se siente correspondida es el vivo ejemplo de este arquetipo. Si observamos los cuerpos de un hombre y una mujer frente a frente vemos que son perfectamente complementarios, y cuando se unen forman un círculo de poder único y cósmico. Yin y Tang, cielo y tierra, todo el universo está englobado en los cuerpos masculino y femenino. El arquetipo de la amante nace de la danza eterna del hombre persiguiendo a la mujer y el deseo del abrazo definitivo y cósmico. Las mujeres se transforman en Venus durante la fase premenstrual, volviéndose seductoras, sensuales, mágicas. En esta fase la energía sexual cíclica de la mujer alcanza su punto culminante. El sexo incluye todo el espectro de emociones y experiencias humanas, desde las elevadas hasta las más bajas. Así, el sexo puede ser diversión y juego, amor, aprendizaje, espiritualidad; es lo único en nuestras vidas que posee una magnitud multidimensional, holística, cósmica. Para sentirse plena y equilibrada, una mujer habrá de gozar de una vida sexual plena y equilibrada. Venus se identifica con el Aceite Esencial de Jazmín, que destila la esencia de la feminidad y la sensual intensidad de la naturaleza.

Hécate: introspección, purificación y sabiduría

Esta fase correspondiente a la luna menguante coincide con la menstruación propiamente dicha y, a lo largo de la vida, con la menopausia y la posmenopausia. El cuerpo tiene menos energía, los pechos pesan, el vientre se hincha y es necesario dormir más. Las emociones salen a la superficie con más facilidad y todo se vive y se siente con una mayor sensibilidad. Esta es la fase de la purificación interna de la esencia femenina y se vincula con el mito de Hécate, diosa de la sabiduría resultante de la asimilación positiva, y a veces dolorosa, de la experiencia. Hécate también es la diosa de la madurez y del cambio, arquetipo de la sacerdotisa o la hechicera, de aquella mujer que ha desarrollado su sabiduría y está dispuesta a compartirla con las demás mujeres.

Al llegar la menopausia, después de haber pasado por todos los estadios de desarrollo, físico y psicológico, la mujer por fin se siente preparada para ser ella misma y encarar con seguridad los misterios de la vida. Es en este periodo de la vida de las mujeres cuando se produce una reacción alquímica en el cuerpo femenino que se vive como un cambio que conduce a la madurez y la sabiduría. La menopausia es el fin del ciclo menstrual, cuando la mujer disfruta tal vez de su máxima libertad, independencia y autoridad, tras años de amor compartido y fertilidad. El Aceite Esencial de Salvia acompaña muy bien a la mujer en los años de su madurez.

Cuando la mujer tome conciencia de que su vida menstrual expresa la naturaleza cíclica de su ser femenino, se abrirá en ella la visión de que forma parte de los grandes ritmos del universo y aceptará con alegría esta condición, trayendo armonía y sentido a la vida.